Vocalista en los Funktásticos Genitales, integrante de un dúo que versiona a los Beatles en clave de jazz, cantautora solista con un disco de reciente edición… éstas son las diferentes facetas que presenta la argentina Camila Buch – y son solo las más recientes.
Pero tanta actividad no debería resultar extraña. Si hay algo que caracteriza a los artistas verdaderos, es ser todo menos monolíticos. Por eso, la oportunidad de entrevistar a Camila me pareció sumamente interesante, y sus respuestas dan una muy buena indicación de cómo una joven artista vive la realidad hoy en día, incluyendo el hecho de haber tenido que lidiar con la censura de la tapa de su disco en ciertas plataformas digitales.
–Una cantautora argentina me dijo una vez que para ella crear un disco era un proceso equivalente a un parto. ¿Dirías que esa analogía se aplica a lo que fue componer y materializar “La Verdad”, tu primer álbum solista?
–Me parece un poco fuerte la palabra “parto”; prefiero decir que “lo di a luz”.
Crear un disco es un trabajo muy grande. Hay que tener mucho deseo adentro y disciplina para concretarlo. “La Verdad” es el fruto de una etapa de mi vida. Y el proceso me llevó mucho más que nueve meses… me llevó años. Pero era una necesidad tan clara para mí hacerlo, que no me quedó otra. Lo que costó más fue la etapa de composición y selección de canciones. Después todo fluyó y funcionó bien. Las personas justas aparecieron en los momentos justos y gracias a ellos hoy podemos escuchar el disco.
–Hablemos del contenido del disco en sí. ¿Notás un hilo conductor? Es decir, dejando de lado la variedad rítmica e instrumental a la que obedece toda secuencia, ¿las canciones siguen el orden que siguen por algún motivo específico?
–No. El orden fue elegido justamente por la variedad musical. Dudé mucho, y hasta el día de hoy no sé si estoy segura. En el disco conviven canciones que tienen esencias muy distintas. “Ajedrez” y “Vuelvas”, por ejemplo. Pero sí hay un hilo conductor; y es su concepto, “La Verdad”. No tiene que ver con su orden. Cada canción es una escena, es un reflejo de algo que está (o estaba) adentro mío. Y con el tiempo me doy cuenta que eso que escribí también está adentro de los otros. Eso es lo mágico de la música, de las canciones: La gente escucha lo que le gustaría decir.
–¿Cómo influye en la composición de tu música el hecho de participar en bandas de géneros y estilos tan variados que abarcan desde los Funktásticos Genitales hasta el dúo Jazz n’ Beatles?
Influye bien y al mismo tiempo hay que poder llevarlo. Tener varios ensayos por semana, en donde cada uno responde a otro género musical, hace que tu musicalidad crezca. Te hace más versátil. Las herramientas y los recursos se multiplican. En lo melódico, en lo rítmico y en lo armónico. Además, la riqueza enorme del intercambio con otros músicos. Lo que sí, a veces es complicado repartir las energías en los tres proyectos. Tanto en Jazz n’ Beatles como en Los Funktásticos hacemos versiones y canciones originales, respectivamente. Hacer una versión original y personal de Los Beatles te demanda creatividad y tiempo de composición. Lo mismo en Los Funktásticos; también escribo canciones para este proyecto. A veces cuesta estar en muchos lugares al mismo tiempo. Pero el desafío es hermoso.
¿Por cuál de las canciones de “La Verdad” sentís mayor afinidad?
El conflicto de siempre: la elección. Podríamos pensar que la mayor afinidad la tengo por “La verdad” que terminó por titular el disco. Pero por ejemplo “Ajedrez” hasta el día de hoy no la puedo creer. Me encantan sus melodías. Sin embargo la que más me emociona cantar es “Río”… En definitiva: la afinidad por las canciones no es estática en mi caso. Hay días que una me representa y emociona más que otra.
–¿Cuál te costó más componer? ¿Y cuál se escribió de modo más espontáneo?
–La que más trabajo me llevó fue “Ajedrez”. Me llevó tres años. Los primeros cuatro acordes aparecieron en 2013 y la cerramos con los chicos en 2016.
La letra cambió mil veces, pero esos cuatro acordes del principio me tenían hipnotizada. Durante tres años nada me cerró. Hasta que una noche salió toda de golpe. Nunca la volví a cambiar. Por el contrario “Cuestión de voz” la hice en una hora. En ese entonces estaba viviendo en Fuerteventura, una de las Islas Canarias. Vivía enfrente de un terreno desierto que miraba al mar. Ahí nació “Cuestión de voz”, en el 2014.
Cabe aclarar que todas las canciones del disco las terminé de producir y arreglar con ayuda de dos grandes músicos: Lucho Bellofatto y Juan Nevani. Los chicos de la banda también aportaron lo suyo.
–¿Cómo es un show solista de Camila Buch? ¿Qué otras canciones suelen integrar tu repertorio?
En un show solista de Camila Buch, vas a encontrar a Camila Buch con su guitarra y nada más (por ahora). Todas las canciones en formato acústico, con mi guitarra electrocriolla. Suelen tener una energía muy distinta a las presentaciones que hago con la banda. Estoy más vulnerable y libre que en ninguna otra situación de mi vida. Suelo disfutar(me) mucho. Igual, cuando estoy con la banda me relajo más. Puedo darle más bola a la voz y a la interpretación. Tocando sola tengo que estar en todo al mismo tiempo; pero no tengo que seguir a nadie; y eso te abre muchas posibilidades.
Las otras canciones que integran el repertorio son las que no entraron al disco, y las nuevas, las que van a ir al próximo.
–La tapa del disco fue censurada en algunas plataformas digitales. Estoy seguro que coincidimos que la censura de esa manifestación artística concreta fue una actitud totalmente retrógrada. Pero me gustaría conocer tus pensamientos exactos al respecto.
–No me sorprende. Todo suele funcionar al revés ahora, ¿no? Entonces yo me saco una foto desnuda en posición fetal, evocando al embrión y a mi ser más puro y verdadero… y según las redes sociales el contenido de mi foto es “sexual”.
Muy polémico. ¿Cuántas mujeres en micro-corpiños o micro-tangas con miradas lascivas ves en las redes sociales? Un millón. Y esas mujeres, que no están censuradas, tal vez sí quieren vender su contenido sexual, y las banco a muerte.
La tapa del disco es una imagen con la que venía soñando hace años, y representa esta muerte y esta vida que es para mí sacar mi primer disco. La censura me frustra pero no me sorprende.
–Para la última pregunta, quiero remitirme a un compositor español que me encanta: Robe Iniesta, de Extremoduro. Una vez le consultaron cuál era su mejor canción, y Robe respondió que su mejor canción va a ser siempre la próxima que escriba. ¿Qué reflexión te merece esto? ¿Cómo lo aplicarías (o te gustaría que se aplicara) a esta carrera que estás dando inicio?
–Me parece una linda filosofía. Sin embargo, lo que te puedo decir ahora, es que cada canción que escribo, es el reflejo de un momento; entonces, es la mejor para ese momento. No sé si usaría los adjetivos “mejor” o “peor” para referirme a las canciones. Creo que cada canción es un tesoro. Un tesoro no puede ser mejor que otro.