“Faros Ciegos” de La Mujer Pájaro (Bizarro Records, 2018)

– … pero entonces, al fin y al cabo, lo que ustedes hacen es pop.

– Bueno, sí. Tenés razón. Es pop. Pero a la música pop no hay que trivializarla por su condición de tal. ¿Y sabés por qué? Porque habla de los sueños y los anhelos de las personas. Y si trivializas la música pop, también estás trivializando eso.

Esa es parte de una charla que se dio en los 70s entre un periodista y Ray Charles de los Kinks. En ese entonces, el grupo experimentaba un resurgimiento como rockeros de estadio, y quien hacía la nota buscaba soslayar su credibilidad remitiéndose a los incontables éxitos que Davies compuso en los 60s como “Waterloo Sunset”. Para Charles, la entrevista terminó siendo poco menos que un asedio, y dirimió la situación diciendo nada más y nada menos que la pura verdad.

Y qué mejor que recurrir a los conceptos del hombre que eventualmente sería proclamado “el padre del britpop” para presentar “Faros Ciegos”, el álbum que La Mujer Pájaro editó la semana pasada con la discográfica uruguaya Bizarro Records.

Quizá la valoración que mejor le cuadre a este álbum es la que también se le puede aplicar a “Face Dances” de The Who: un disco de rock producido como si fuera pop. “Faros Ciegos” presenta eso mismo, un sonido que se ha dulcificado con relación a lo que había sido “La Calma de las Cosas Quietas”, el debut de La Mujer Pájaro editado en 2016. Éste fue producido por sus propios integrantes, y publicado de modo independiente muy poco tiempo después de que la banda comenzara a existir como tal en 2015.

La Mujer Pájaro empezó como un grupo de amigos que se reunía a compartir pasiones, y que en base a trabajo y dedicación llegó a esta instancia, en la que son un sexteto con una experiencia que rebasa por mucho la de una banda que lleva solo tres años de funcionamiento. Una presentación a sala llena en Tractatus junto a Valentín y Los Volcanes, actuaciones en la Sala Zitarrosa y en la Trastienda, y una triple nominación a los Premios Graffiti son algunos de los mojones de su carrera.

Precedido por el video de “Martillos”, “Faros Ciegos” fue publicado el viernes 28 de septiembre. Presenta nueve composiciones originales que (por primera vez) son fruto de una labor compositiva grupal, si bien los recursos estilísticos y retóricos se mantienen incambiados.

Y aunque el sonido se haya temperado, la esencia “sigue siendo rock”, para citar a Tabaré Rivero. Y es imposible que no lo sea. Dos miembros de la banda lo son también de Impalas; el baterista original provenía de Rudos Wild, y el cantante (un verdadero entusiasta de Nirvana y Smashing Pumpinks) supo integrar la banda de post rock Ontario.

El álbum cuenta con tres invitados: Fede Graña en “Violenta Ansiedad” (originalmente titulada “Huracán”, y cuyo nuevo nombre es un acertado guiño al debut de Graña de 2012), el guitarrista Alejandro Perego en “Nunca es Tarde”, y Garo Arakelian en la canción titular. Éste dueto se erige como el bastión temático del disco, y punto cardinal de las composiciones de Azael Gómez Saez (cantante y principal compositor de la banda), quien comparte las mismas cavilaciones existenciales de Kurt Cobain.

La formación actual de la banda incluye a Leandro Dufau y Alvaro de León (guitarras y coros), Gonçalo Bango (sintetizadores y coros), Lucía Pintos (bajo) y David Lazar (batería).

En una entrevista sobre la importancia histórica de los Beatles para el programa uruguayo “Va Por Vos”, Jorge Drexler resaltó que los discos de los “Fab Four” tenían un elemento que luego habría de perderse en el arte musical: la inocencia.

Y eso es, precisamente, lo que tienen las canciones de La Mujer Pájaro. Porque sus letras no solo hablan de sueños y de grandes esperanzas, sino que lo hacen apelando al lenguaje de quien ve la realidad con ojos de niño, de alguien capaz de indignarse ante lo que está mal, y denunciarlo desde esa inocencia consagrada de que la música puede (y debe) crear un mundo mejor. Basta leer estas estrofas de “Voy” (que en un principio se titulaba “Sol”):

“Voy a sentirme esclavo como casi todo el tiempo de no poder ser dueño de mi propia voluntad… Voy a ser feliz mientras escucho una canción que me hable como siempre del dolor y del olvido/mirar por la ventana cómo nos saluda el sol”

En realidad, no. No basta con leerlas. Aparte de leerlas, hay que escucharlas. Y además, hay que ver la expresión de Azael cuando las canta en vivo. Su ensimismamiento es una metáfora preciosa de cómo la banda en su conjunto vive esta aventura musical. Y es la verdadera explicación de la buena fortuna del grupo. Los conozco desde el inicio de su carrera, tuve el placer de entrevistarlos entonces. Su historia es una de tenacidad, trabajo y sacrificio, en una escena donde muchas veces un género como el pop es estruendosamente trivializado.

Así que bien por La Mujer Pájaro. Bien por hablar de sueños y de anhelos. Pero por sobre todo, bien por ese arrojo, bien por abandonar el nido, y volar a defender el género desde el cielo más alto posible.

Como cantan ellos mismos, “nunca es tarde”.